lunes, 19 de abril de 2010

Extraños en el camino...

Dos extraños se encuentran en el mismo camino. Aunque normalmente prefieren caminar solos, el aburrimiento o tal vez aquel extraño brillo en los ojos del otro los hace aventurarse a caminar juntos un par de metros. Para no perderse ni confundirse dibujan un mapa lleno de reglas y convenios que ambos aceptan… A ratos se separan y caminan por trayectos distintos, donde encuentran también a otros caminantes. Sin embargo, en algún punto uno de ellos se descubre admirando un gran árbol, una rosa, burlándose de la forma de aquella nube… ¿no la habíamos visto antes? Y entonces nota que en realidad está hablando solo, aquel esporádico compañero no está ahí, y se pregunta qué hacer ahora, ¿a quién le cuento sobre el árbol, o la rosa? ¿Quién puede recordar la nube que vimos solo nosotros? (…) Cuando un tramo después, se tropieza de nuevo con su efímero compañero se ríen, admiran los árboles, se burlan de las nubes, pero uno de ellos sigue sintiendo que no es suficiente. Y ahí está el muro. En el medio del camino y sin que ninguno se diera cuenta, sabe Dios en qué momento, apareció un muro, intimidante en su grandeza. Ambos contemplan absortos el obstáculo, observan los caminos adyacentes, revisan el mapa y los convenios pero el muro sigue ahí. ¿Qué hacemos? ¿Cruzamos juntos el muro? ¿Seguimos por caminos separados? ¿Qué habrá detrás del muro? Y cómo suele suceder, mientras uno imagina lo que espera detrás del muro, el otro desconfía de las capacidades del compañero para cruzar, y de las suyas propias. Así que, una vez más, se despide con una sonrisa hermosa, se encamina hacia la derecha y continúa su andar por el camino adyacente. Y ahí queda el otro caminante, el que de manera ilógica, contra todo pronóstico, pensó en cruzar el muro, pero una vez solo, no queda más remedio que seguir por el camino de la izquierda. Nadie sale herido y siguen ambos por separado aquel solitario andar, atrás queda el muro, donde mismo yacen los restos mortales de todo lo que pudo o no haber sido, porque con “hubiera” no se construyen futuros, con dudas no se cimientan castillos, y porque después de todo, eran sólo dos extraños solitarios que por accidente se encontraron…

1 comentario:

  1. ese muro no tiene pq aparecer necesariamente, desgraciadamente siempre termina por levantarse, es solo cuestion de ambos el derrumbarlo -muros mas fuertes han caido-, y seguir ese camino juntos, aunque solo sean companneros esporadicos de viaje,
    siempre queda tambien la posibilidad de seguir la misma direccion, y aprovechar cuanta grieta tenga el muro para poder admirar de nuevo las extrannezas que juntos descrubrieron.....
    de todas formas, de una o de otro, siempre se querran!

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