martes, 13 de abril de 2010

Un comentario a un amigo...

Esto inició como un comentario respuesta al blog de un amigo...

No creo que la vida nos de la espalda, creo que por el contrario somos nosotros quiénes la mayoría de las veces le damos la espalda a la vida, claro, que habría que definir que estamos entendiendo por vida, pero esa reflexión filosófica la dejo para otro momento.
Respecto a las reglas y los obstáculos que pone la vida (de nuevo creo que las reglas las ponemos nosotros y los obstáculos también aunque a veces inconscientemente) no creo en recetas para vivir. Creo que existen ciertos valores, ciertos principios, que escogemos o no seguir en nuestra vida, pero la selección es individual y nadie tiene la potestad para juzgarlas correctas o incorrectas. El problema de escoger nosotros mismos cómo vivimos, o sea de escogernos como individuos, es que al mismo tiempo estamos escogiendo a todos los demás (ver El existencialismo es un humanismo, Jean Paul Sartré) Por tanto, cuando escogemos cómo vivir nuestra vida, de cierta manera escogemos a los demás en ella también.
No hay peligro en lo que ya está avisado, en lo que se conoce y se espera, por eso no creo que se pueda herir a alguien a quien ya le has advertido de hasta dónde puedes llegar. O al menos, en ese caso, el daño no es responsabilidad tuya… Lo que sucede a menudo es que las personas no sabemos escuchar, y con frecuencia amordazamos aquella voz interior que Descartes llamaba razón y nos obligamos a ignorar lo que está delante de nuestros ojos. Pero esa miopía no puede ser culpada en el otro, solo en nosotros mismos. Si alguien me advierte que a diez pasos hay un muro de concreto y yo me empeño en seguir corriendo de frente, cuando choque con el muro, ¿a quién puedo culpar? Sucede que aunque nos dicen que existe el muro, queremos por encima de todo, creer que es mentira, que el muro no está, o si está puede desaparecer… ahí está el error. También existen aquellos semi-suicidas-masoquistas (pudiera incluirme) que seguimos caminando sin importar el muro, sabiendo que vamos a chocar, pero disfrutando cada paso antes del inminente choque…
Hay una frase de “El principito” que ejemplifica muy claramente este fenómeno… “Si ordenara a un general que se convirtiera en gaviota y el general no me obedeciera, la culpa no sería de él, sino mía. Hay que exigirle a cada uno aquello que es capaz de hacer o dar”
Por tanto: asegúrate de explicar siempre lo que estás dispuesto a dar, si esa persona necesita más y se queda a tu lado sabiendo que no puedes darle más, solo se podrá culpar a sí misma de cualquier dolor resultante. Y asegúrate también de que estás pidiendo a los demás lo que tienen la capacidad de dar, si sabes de antemano que una persona no tiene la capacidad para aceptarte con tus términos y condiciones, ¿qué haces con esa persona? ...

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