lunes, 12 de abril de 2010

II Fragmento de carta a la joven que lloraba...


Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente
para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.
                            
J.L.Borges


No te asustes si mañana cuando despiertes, la realidad allá afuera, sigue siendo la misma. Ya sé que hoy al irte a la cama te repetías “mañana será otro día” , pero si al despertar encuentras que no es otro día, que más bien es el mismo día que se clona sin fin desde aquella madrugada de octubre, no desesperes cariño mío, porque como aquella mañana, un ejército de amigos te van a acompañar. No detengas el llanto, no intentes secar las lágrimas con las manos, el único remedio son las sonrisas, no te apures, ya las irás encontrando poco a poco. No hay vergüenza en el dolor, y correr tampoco resulta (créeme lo he intentado)…
Yo sé del dolor de una espina, de cuánta belleza tenía aquella rosa y con cuánto agrado dejaste que clavara su espina, por esta misma razón te pido que recuerdes siempre que puedas aquel rojo único de tu rosa, el olor que para ti no tenía igual, la sensación de tocar sus pétalos… no importa cuánto dolió la espina, tu rosa fue bella entre tus manos.
No temas cariño mío, a equivocar el paso, yo lo equivoqué tantas veces que perdí la noción de cuál paso fue correcto y cuál otro no. Pero lo importante es que caminé, y cuanto más pasa el tiempo menos recuerdo los gritos de las personas enjuiciando mi andar y sin embargo más vívidas son las imágenes de cada sonrisa que encontré errante. Todos los caminos te llevarán a algún lugar, pero no temas al dolor, no temas al camino, de lo contrario corres el riesgo de quedar inmóvil, como tantos otros que desconocen  su sosegada inactividad.
“No es el fin, muchacha no es el fin” diría Varela, y yo como siempre tomo prestadas sus palabras, para dártelas a ti que tanto lo necesitas. Llora sin miedo ni vergüenza, no importa lo que piensen los demás, tú sola encontrarás el momento de parar, tú sola abrirás la ventana a esa mañana de sol ardiente, y solo tú puedes encontrar de nuevo la paz, y las razones para sonreír… no te desesperes, los motivos siempre han estado ahí, llora tranquila que ahí seguirán, expectantes los encontrarás cuando llegue el momento.
Un beso lleno de sonrisas que te alivien,
Yo.

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